Victoria comercial de Brasil ante EEUU por los subsidios al algodón

por Paola Visca y Eduardo Gudynas – Mientras comienza a clausurarse la XI conferencia sobre comercio y desarrollo de la UNCTAD en el centro de convenciones de Anhembí, se supo que la Organización Mundial del Comercio confirmó que los subsidios de Estados Unidos al algodón violan las reglas comerciales.

La decisión de la OMC fue aplaudida por muchas organizaciones ciudadanas y recibida con complacencia por varios países del sur, en especial Brasil en tanto había presentado la demanda, y por naciones africanas que son productoras de algodón (especialmente Chad, Malí, Burkina Faso y Benin). La OMC mantuvo una resolución anterior de abril 2004 que también era favorable a Brasil, confirmando que las prácticas de subsidios de Estados Unidos causan una reducción artificial de los precios, y que por lo tanto son una forma de dúmping que lesiona a los agricultores brasileros.

Esta decisión confirma las denuncias que han repetido casi todos los países del sur durante esta semana en la UNCTAD, acusando a las naciones industrializadas de distorsionar el comercio global apelando a protecciones o subsidios. Es un importante apoyo a los intentos de reformar el comercio global tal como propone la UNCTAD, y llega en el momento justo en que se está clausurando el evento.

Recordemos que cuando Brasil elevó la demanda ante la OMC utilizó dos argumentos. Por un lado se apoyó en que la llamada «cláusula de paz» que impedía elevar este tipo de recursos quedó sin efecto en diciembre de 2003 tras el colapso de la OMC en Cancún. Por otro lado, y más allá de aquella cláusula, Brasil sostuvo que los subsidios y apoyos que otorga Estados Unidos violan los límites establecidos en los acuerdos de la Ronda Uruguay del GATT. Brasil apeló a los propios datos que se manejan dentro de EE. UU. sobre esas ayudas, donde se han pagado más de 12 mil millones de dólares entre agosto de 1999 y julio de 2003 a unos 35 mil cultivadores.

Esas medidas generan distorsiones en el precio internacional del algodón, así como un desvío comercial, ya que Estados Unidos podía vender más barato ese producto a terceros mercados desplazando a Brasil. El gobierno brasileño estima que sus productores de algodón han perdido $ 480 millones de dólares en ventas.

Organizaciones ciudadanas como Oxfam y ActionAid sostienen que la resolución puede «significar el final del dumping» y que por lo tanto EE.UU. «tendrá que reformar su sistema de subsidios». Las organizaciones subrayan además la situación de los países productores de Africa occidental, donde 15 millones de personas dependen del cultivo del algodón y sufren la destrucción progresiva de sus medios de vida. «Esta resolución ataca el negocio multimillonario de las empresas de EE.UU. que está en el corazón del comercio global» afirmó Celine Charveriat integrante de Oxfam presente en la UNCTAD XI. Agregó que la resolución «es una llamada de atención a los países ricos para que dejen de manipular y orientar las reglas mundiales del comercio para servir a sus propios intereses como ha ocurrido durante años».

Las distorsiones sobre el comercio del algodón están en el centro del debate desde hace tiempo. Todavía se recuerda la vergonzosa situación vivida en la reunión de la OMC en Cancún cuando la Unión Europea decía que estaba dispuesta a desmontar sus subsidios como forma de ayudar a países muy pobres del Africa. Pero en realidad la propuesta de Europa y Estados Unidos tan sólo apuntó a que la OMC iniciara «estudios» para evaluar el impacto de esos subsidios -una posición que mezclaba la prepotencia y el desprecio, y que terminó siendo uno de los elementos claves que desencadenó la reacción del sur que descarriló a la OMC.

El éxito de Brasil en este caso y el fin de la «cláusula de paz» podría desencadenar nuevas demandas en el comercio agrícola mundial. Sin embargo está claro que los países ricos reaccionarán. EE.UU. ya adelantó que apelará ante la OMC, y lanzó algunas amenazas veladas al sostener que este caso podría tomar años en resolverse, y que por lo tanto son necesarias negociaciones sobre el comercio agrícola dentro de la OMC.

Si bien la resolución se conoce desde abril, los países desarrollados siguen empecinados en mantener las protecciones tal como quedó en evidencia en los encuentros paralelos que tuvieron lugar durante la UNCTAD, donde no se logró ningún nuevo acuerdo. Las naciones del sur también tienen claro que estas demandas pueden tomar mucho tiempo, son costosas y que los exponen a represalias comerciales.

Pero sin duda que este caso ofrece un argumento político que respalda las quejas del sur, y refuerza la presión sobre el proteccionismo agrícola, no sólo del algodón sino también en otros productos como arroz, soja, carnes y lácteos. Por ahora, la decisión ha sido una buena bocanada de ilusiones mientras se apagan las luces de la UNCTAD en San Pablo.

P. Visca y E. Gudynas son analistas de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad América Latina).